Abundan los negocios que por abarcar mucho, aprietan poco. Ofrecen platos de todas las regiones y es un caos técnico sostenido de hilos. Pero en el mundo de las salsas de mesa el caos es entropía y casi siempre queda a deber al comensal.
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Quesos y vinos de ensueño
A veces solamente es necesario decir si o aceptar una invitación, para llegar a momentos gratificantes y maravillosos en la vida. Relato la experiencia de un evento de degustación de quesos.
Humanos 3.0 ¿sueño cumplido o infierno digital?… todos somos imbéciles.
La búsqueda de información y la mejora de la comunicación nos ha llevado a un mundo en donde todo está al alcance de un solo clic, sin embargo es el gran sueño, o el inicio de una gran pesadilla.
Sabores del futuro
La innovación gastronómica, no siempre empieza dentro de una cocina, también se puede encontrar en libros que son el resultado de investigaciones, o de un gran restaurante que se convirtió en un laboratorio gastronómico como es elbulli.
Oficio de barra: «¿cómo te gustan los tragos?»
Respeto el oficio de barra, tienen que deambular entre parroquianos arrogantes y el ego de una actividad cada día más demandante. ¿Cómo te gustan los tragos debiera ser la pregunta por excelencia?
Signos de encuentro (México y España, partes de un mismo crisol)
A veces tenemos que ver más allá de lo que nos rodea para descubrir nuestra identidad, ya sea personal o nacional, en el camino del descubrimiento es recomendable no cargar con orgullo o falsas pretensiones, para tener la mente abierta.
Queso con paella (Encuentros Mérida y Querétaro)
Un par de viajes a Mérida y Querétaro me hicieron recordar que en cocina somos unos infantes deseosos de conquistar el mundo. Somos un gremio único, divertido y apasionado. Somos cocineras y cocineros de México.
¿Guardar o no guardar?
¿Quién decide qué vino se guarda o se bebe al momento? Una decisión que tomé y que no me arrepiento, porque los recuerdos valen más una botella guardada por años.
Carnitas y maridaje
Prefiero decir armonía que maridaje, para la unión de bebida y comida. Me parece más humano, menos acartonado. Pero sobre todo es una renuncia a la arcaica hipocresía de que la cocina mexicana tenía que esconder su picor, intensidad y golosidad para caber en el mundo enológico universal.
Sobrevivir a las licua-gomichelas, al culto a lo grotesco.
Criticar lo malo en las licuachelas es un acto de resistencia a la sobre estimulación organoléptica, es tratar de ganar lugares en la carrera contra la gentrificación y la sobredosis de dopamina.
