Con las metas firmes 84/366
En algún punto del proceso de investigación, nos veremos obligados a dejarla a un lado, a suspender brevemente lo que hacemos para buscar financiamiento, continuar con otras actividades, o atender pendientes que muchas veces son imposibles de posponer. Son esos momentos en los que debemos reflexionar sobre nuestro compromiso con la investigación y sus objetivos.
Idealmente, el investigador debe invertir todo su tiempo y esfuerzo para conseguir los objetivos planteados y desarrollarse plenamente en las tareas con las que delineó su trabajo, sin embargo, esto en ocasiones es irreal y los tiempos para conseguir los resultados se alejan y parecen inalcanzables. Ese es justo el momento en donde se debe tomar una pausa para no claudicar, para recordar que nuestro cometido es la generación de conocimiento que pueda provocar transformación en otros.
Por ello, es recomendable dividir por objetivos la investigación: corto, mediano y largo plazo. Esto sirve para generar resultados materiales fáciles de compartir, que provoquen motivación para seguir adelante, y recuerden que la investigación es un camino en donde la posibilidad de renuncia es inevitable pero con la total vocación y las metas sólidas y claras, claudicar no es opción.
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