
El ciclado de ideas, la falta de concentración, la irritabilidad, el hartazgo ante ciertos temas, o el desinterés ante nuestros temas de investigación pueden ser una muestra de agotamiento mental; pero como no se trata de un músculo adolorido, una gripe o algo evidente físicamente lo descartamos y no atendemos. El peligro que se corre es prolongar ese agotamiento y ocasionar cambios en nuestra conducta y estado de ánimo.
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Contar con una alimentación saludable, que reduzca las cantidades de carbohidratos complejos, eliminar comida chatarra, descartar refrescos o bebidas azucaradas.
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Reducir el consumo de cafeína. En porciones adecuadas es un estimulante intelectual ideal pero en exceso puede generar una dependencia grave.
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Tener una actividad física regular; puede ser caminar, correr, ir al gimnasio, hacer meditación o yoga, o actividades que se acomoden de acuerdo a la persona y horarios.
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Suspender la actividad para el consumo de alimentos. Esto permite generar horarios de alimentación que regularán el consumo de energía.
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No comer snacks o alimentos altos en grasas o azúcares mientras se trabaja. Esto puede generar hábitos perniciosos que ocasionarían sobrepeso gradual y aletargamiento.
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Generar los horarios ideales para escribir, leer, reflexionar, o discutir sobre los temas que se está trabajando.
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Tener actividades recreativas fuera del lugar de trabajo. Cine, caminar, salir con amigos, leer sobre temas que no pertenezcan a lo que se investiga, etc.
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Encontrar formas de distracción efectiva por periodos de 5 ó 10 minutos para regresar a trabajar. Muchos escogen algún juego de video, observar videos graciosos o chuscos, o conversar con alguien que no tenga que ver con los temas que se trabajan.
