La investigación debe promover transformación inmediata en quienes comparten conocimiento.
Investigar no solo es tomar fotos bonitas, grabar un video lindo o compartir una experiencia en redes sociales. Investigar es una actividad mucho más profunda que eso, una manera de adentrarse a mundos nuevos y generar escenarios en los que todos mejoran sus condiciones de vida.
Habría que ser insensible o cínico si se recorre una comunidad rural o urbana en busca de un producto o una técnica y se dejan de lado o se les resta importancia a las condiciones socioeconómicas de aquellos que ostentan el conocimiento.
Es imposible no prestarle atención, es impensable (y contrario al espíritu del Universo Investigación Gastronómica) no conectarse con las carencias y necesidades de aquellos que ostentan un conocimiento.
Es un error creer que desde la investigación gastronómica no puede -o debe- hacerse nada. No podemos ser impasibles ante el hambre ajena, no podemos dejar pasar que muchas de las personas que comparten un conocimiento tradicional viven en situaciones económicas poco favorecidas.
Lo más importante es tener en cuenta que al hacer bien la Documentación, al generar conocimiento ordenado para después publicarse o divulgarse se comienza un proceso de transformación que debiera ser gradual y permanente, con beneficios al menos inmateriales para aquellos que compartieron el conocimiento inicial.
Cuando publiques una foto, compartas un texto, o divulgues a las personas y lugares en donde generaste conocimiento, no olvides que ahí comenzaste un proceso de transformación inmediata del que también debes ser responsable.
De no estar consciente de esto, la labor de la investigación estaría incompleta, faltaría a los Valores Fundamentales, y no se provocaría una transformación verdadera.
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