La investigación genera conocimiento que sirve para empoderar, transformar y preservar tradiciones centenarias.
El conocimiento es poder. Esta frase es una manera de resumir las capacidades del investigador y las posibilidades que se abren al provocar, generar y divulgar dicho saber.
De acuerdo al planteamiento de los Valores Fundamentales que cubren a toda la investigación gastronómica, existe una Responsabilidad inherente en el uso, aplicación y alcance de este poder derivado del conocimiento.
Primero, debemos ser conscientes que como investigadores NO somos dueños del conocimiento, solo somos transmisores, puntos medios entre quienes lo poseen y quienes lo reciben.
Así se aclara que quienes ostentan el conocimiento (los informantes o fuentes) son los que verdaderamente tienen el poder en sus manos, la capacidad para usarlo, el derecho de recibir sus beneficios, y la responsabilidad de comprender sus alcances.
En estricto sentido, la fuente de la información tiene el poder, y los investigadores son los que lo empoderan, divulgan esas capacidades y miden los riesgos de todo el proceso.
Dicho empoderamiento proviene de una relación fundamentada en valores específicos, en la certeza de que nadie está por encima de nadie, y de que el conocimiento es una herramienta que debe utilizarse para servir a los demás y no servirse de él.
Porque la finalidad del investigador es generar transformación: de aquellos que tienen el conocimiento (fuentes) y de aquellos que lo reciben (usuarios) con el interés de generar un ambiente más informado, más capaz de generar innovación, más conscientes del suelo que pisan y más interesados en el desarrollo de su entorno. El conocimiento gastronómico sí es poder.
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