Divertirse es parte del proceso de investigar; de hecho si se piensa bien, es parte del proceso de la vida. La felicidad no es una meta, en realidad es el camino que nos lleva a cumplir las metas, objetivos y todos los sueños posibles –y también los que parecen imposibles.
Sin diversión, la actividad del investigador es muy aburrida. Afortunadamente, la materia prima de esta actividad es la alimentación, las formas en que convive la gente, el diseño de una receta, la exploración de técnicas e ingredientes, los recorridos por mercados… sinceramente, al investigador gastronómico le tocó el ambiente de investigación más divertido de todas las disciplinas.
Los antropólogos, sociólogos, químicos o administradores que se involucran en la Gastronomía como materia de estudio jamás regresan a otros temas porque estudiar la alimentación tiene sus lados negativos pero siempre se puede terminar con un mezcal o con una buena conversación entre la cocina y el comedor.
Cuando realices la Documentación de Campo, no olvides de sonreír, de hacer bromas, de divertirte en todo momento. La risa y la diversión no son enemigos de la reflexión profunda ni de la capacidad intelectual, al contrario, mejoran la capacidad para comprender el contexto, generan vínculos más sólidos o al menos más profundos que los de aquellos cuya seriedad les impide encontrar nexos. Diviértete, haz bromas, deja que te hagan bromas y juega en todo momento con lo que haces: el investigador gastronómico tiene un camino delicioso, divertido y envidiable. ¡Aprovéchalo!
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