Como cualquier actividad, la investigación gastronómica tiene un costo inherente, un precio de venta y un margen de utilidad que debe ser considerado por aquellos que quieran vivir de esto. Como en cualquier oficio o profesión, en la investigación sucede que aquellos que se dedican a ella en cuerpo y alma son muchas veces ajenos al asunto financiero, dejando de lado lo económico por la vocación de generar y compartir conocimiento.
Sin embargo, el investigador –como un cocinero o un profesionista de otra rama- tiene necesidades que deben ser cubiertas y debe encontrar en su actividad la oportunidad de generar bienestar para sí mismo y para su futuro. Generalmente los costos de la investigación se podrían dividir en tangibles e intangibles. Los tangibles son aquellos generados por desplazamientos, hospedajes, recorridos, materiales para documentación y la inversión hecha en la compra de insumos, utensilios o equipo para desarrollar la investigación.
Los intangibles son todos aquellos costos que no se observan, que no pueden tocarse y que generalmente son los que se invierten en acomodar la información, reflexionarla, compararla con otro conocimiento, consultarla con otros investigadores y pasar un muy buen rato entendiéndola para después generar conocimiento que pueda compartirse al mundo.
Los costos son definidos de acuerdo a la experiencia y el prestigio del investigador, pero se recomienda ampliamente considerar ambos aspectos para generar propuestas valiosas, que respeten y promuevan el respeto de las actividades del sector. Cobrar por trabajar no elimina la vocación ni la pasión por hacer algo.
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