Existen diversidad de metodologías, infinitas recomendaciones, innumerables maestros en el camino, sin embargo, al investigador le conviene mantenerse en contacto con las voces internas que a veces parecen no ser parte de la fórmula. Para hacerlo, hay que pasar primero por un proceso de sensibilización continua, de errores a veces irreparables y de responsabilizarse por todas las acciones y consecuencias.
Los instintos para un cocinero o investigador son fundamentales para tomar decisiones, no siempre certeras o benéficas, pero que de cualquier forma terminarán en un aprendizaje único. Esa voz interna que te dice qué pasillo de un mercado recorrer, qué pregunta hacerle a una cocinera, qué taco escoger sobre otro e incluso a qué lugar viajar y a cual no, es justamente el instinto hablando.
Sinceridad, honestidad, cariño y valores son la razón y consecuencia de escuchar los instintos –la voz interior- al momento de hacer investigación. Ponerlo en práctica llevará por caminos insospechados llenos de aprendizaje. Investigación gastronómica con total humanidad.
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