Por Eduardo Plascencia
Fotos cortesía Diana Plascencia y Roberto de la Parra
Texto publicado en Revista Mujeres de Oaxaca, julio 2010

Para los habitantes de una metrópoli es común encontrarse durante el año con congresos y expos que reúnen a chefs importantes -o famosos- que hablan sobre sus filosofías culinarias, imparten clases, firman autógrafos o departen con sus colegas.
Aclaro que un anuncio en la carretera o un reportaje que aplauda sus victorias no asegura la calidad de los cocineros a presentarse. La fama no lo es todo.
Conviene aterrizar las diferencias entre expo y congreso. El primero nació como el lugar ideal para comenzar negocios y para que productores, proveedores, distribuidores y transformadores ofrecieran sus artículos o servicios. Un congreso es la reunión de expertos en una disciplina que discuten sobre el futuro de la misma, revelan sus descubrimientos o secretos, y comparten sus experiencias con amigos o nuevas generaciones.
Hace algunos años, los dos conceptos se hicieron sinónimos y construyeron eventos que combinarían presentaciones de chefs y stands comerciales.
Hace 25 años, Abastur reunió por primera vez en México y Latinoamérica a proveedores y consumidores de la industria, y tras casi 15 años de su fundación, se convirtió en sede de las eliminatorias latinoamericanas para los concursos Bocuse D’Or y la Copa Mundial de Repostería.
Tras el éxito de Abastur, a México llegaron eventos unas veces franquicias internacionales y otras resultado del empresariado mexicano. Alimentaria, Expotendencias Gastronómicas, Congreso Somos Chefs, México Cocina Abierta, Expo Restauranes, Expo El Gourmet.com, Congreso Guillermo Ríos, The Chocolate Experience, Food and Wine México y Latin American Food Show son ejemplos de estos esfuerzos.

De menor escala, algunas expos locales ofrecen lo mejor de la región y aprovechan la fama de algunos chefs para incrementar la asistencia. Después, los organizados por universidades, gobiernos locales o empresas privadas reúnen a pequeños grupos para discutir temas diversos.
Los cálculos anuales en el País registran alrededor de 20 expos de relevancia internacional, casi 15 locales, y 10 de universidades o iniciativa privada. Esto sin contar los concursos profesionales, amateurs y estudiantiles que incluyen pabellones de productores, ni los festivales gastronómicos de Ensenada, Oaxaca, Mérida y Chiapas.
Tras haber participado en muchos de ellos como analista, conferencista, prensa, asistente u organizador, ofrezco mis consideraciones y retos futuros:
LO BUENO:
1. El contacto directo con la industria resulta en infinitas posibilidades de negocio y aprendizaje sobre nuevos productos.
2. La posibilidad de encontrar nuevos talentos a través de los concursos.
3. La relación directa con cocineros de otras partes de México y el mundo resulta en oportunidades laborales o comerciales.
4. El movimiento económico, social y turístico resultado del desplazamiento de los asistentes que ven la oportunidad de actualización continua.
5. Hasta hoy: el congreso México Cocina Abierta, con un formato similar a Madrid Fusión y organizado por el periodista Rodolfo Gerschman, y Alimentaria con sus concursos Sommelier del Año, de la Asociación Mexicana de Sommeliers, y Cocinero del Año, traído a México por la experta Eva García Cuervo.
LO MALO:
- Muchos organizadores ven la oportunidad de mejorar sus economía fácilmente y descuidan la calidad del evento. Nada más tramposo, los más afamados–como Madrid Fusión- siempre perdieron dinero en sus primeras ediciones.
- Casi todas las expos tienen al mismo grupo de chefs mexicanos o internacionales para asegurar la taquilla, sin embargo, los cocineros desgastan su imagen y casi siempre tocan el mismo tema en todos los eventos.
- Muchos asistentes sólo buscan la foto con su chef preferido y en ocasiones entorpecen el evento. Por su parte, los organizadores no planean adecuadamente el flujo de las personas y reducen la inversión en instalaciones o equipo.
- Como resultado de esa necesidad por observar y sentirse observado, se convierten en eventos mediatizados que olvidan su razón de ser.
- Algunos meses del año están saturados y a veces en una misma semana hay dos congresos, o en el mismo mes los hay en ciudades lejanísimas pero con el mismo cartel.
LOS RETOS:
- Mejorar la comunicación entre organizadores para aclarar las fechas, seleccionar a los asistentes y retroalimentar experiencias.
- Reunir a los organizadores para hablar sobre el cartel de chefs a exponer y sobre las ciudades sede para evitar centralismos innecesarios.
- Reducir el número de eventos para no desgastar a los cocineros, y para generar expectativa en los asistentes que también comienzan a desgastarse.
- Por su formato similar a Madrid Fusión, México Cocina Abierta podría ser el lugar en el que los cocineros ofrecieran sus avances, nuevas ideas o evolución en su filosofía.
- Ver en el concurso Cocinero del Año, el semillero ideal para encontrar talento que pueda competir en otras justas internacionales.
Para cumplir con estos retos se requiere de organización, humildad y unión por el bien común. El camino es largo, pero al menos en el tema de las expos, México ha comenzado a romper sus propios esquemas.